¡Misión cumplida! Tras investigar la alegría durante estas semanas, hemos conseguido que nuestro monstruo de colores reconozca esta emoción. Y es que, el jueves cuando llegamos a clase, lo encontramos sentando en el sillón del responsable junto a un bote. Pero, no estaba vacío, qué va. Tenía dentro la lana amarilla que antes estaba enredada alrededor de su cuerpo. Y ahora, como en el cuento, la tiene metida en su bote porque ya sabe identificarla. ¡Qué contentos/as nos pusimos! Señal de que hemos hecho un buen trabajo.
Y para celebrarlo, una gran sorpresa invadió nuestra clase antes de marcharnos a casa: ¡GLOBOS AMARILLOS DE LA ALEGRÍA! Y es que, además de ser del color de esta emoción, llevaban una cara sonriente, igual que la nuestra.
Están tan emocionados/as que ya están pensando en cómo enseñarle al monstruo de colores la siguiente emoción del cuento: LA TRISTEZA.
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